lunes, 15 de junio de 2020

La Cuestión China.

La Cuestión China es una verdadera tragedia. Durante los últimos 71 años, la República Popular China, capitaneada por el Partido Comunista Chino, ha insistido en mantener un sistema autoritario de partido único en el país más poblado del mundo. El fundador de esta excéntrica y caótica nación, Mao, fue el genocida más sanguinario del mundo y, aunque esto no es algo de lo que debamos alegrarnos, el escritor de uno de los libros más impresos en la historia de la humanidad: "El Libro Rojo". Este libro, desde su publicación durante los inicios de la República Popular China, ha impreso casi mil millones de copias, superando con creces a todos los bestsellers que actualmente abundan en las librerías. Quizá el Quijote y la Biblia sean los únicos libros que todavía son capaces de hacerle competencia a un libro tan espeluznante escrito por un auténtico monstruo.

La cosa no acaba ahí. Uno hubiera esperado que, con el fin de la vida de Mao, y tras el brutal sufrimiento de China a manos del Ejército de Liberación Nacional, podrían liberarse de las cadenas que los mantenían atados al sistema maoista. Sin embargo, y a pesar de las exitosas reformas económicas de Den Xiaoping, el PCCh (Partido Comunista Chino) ha mostrado por medio de acciones decisivas que no otorgarán nada al pueblo chino que ellos no hayan autorizado primero. Todo tipo de reclamo social a favor de la democracia, el multipartidismo, la crítica social y las libertades sociales está prohibido en territorio chino, y cualquier muestra de inconformismo social es reprimido con cuantiosa fuerza por las autoridades estatales. La Masacre de Tiananmen Square es el ejemplo más trágico y brutal de lo que el PCCh hace a aquellos que quieren la reformar de la sociedad que han establecido.
En la actualidad, China es un país cuyo poder geopolítico asciende estrepitosamente, y llega a aterrar a todas las naciones. La brutal industrialización tecnológica del país es innegable, y nunca antes el nivel de riqueza nacional ha subido tanto en tan poco tiempo. Sin embargo, este florecimiento material no se ha reflejado en la liberalización de la sociedad china, quienes todavía viven con sus libertades coartadas por el Partido Comunista Chino, las fuerzas estatales y su presidente, Xi Jinping. Durante esta reciente pandemia por COVID-19, las fuerzas del orden en China han aprovechado para mentir, suprimir a disidentes políticos y falsificar severamente el número de muertos. Actualmente, y teniendo en cuenta la cantidad de personas que han muerto en otros países, la cifra oficial de muertos ofrecida por la OMS y el Estado de la República Popular China, es sin duda un chiste, una mala broma que las personas con los pensamientos correctos no pueden o no deberían tomar en serio. 

La cuestión china no se limita solamente a eso. Todos los países tienen historias de pasados turbios, autoritarismo y la mayoría de los países del mundo todavía tienen gobernantes que usan los poderes del Estado para suprimir libertades e imponer sus ideologías al mundo. ¿Por qué entonces hacer tanto énfasis en China y no fijarnos los casos de autoritarismo y represión política registrados en Cuba, Venezuela o Nicaragua? La cuestión china es preocupante debido a las nuevas políticas imperialistas de los chinos, quienes, en un acto que incluso parece contradecir sus "elevados" ideales comunistas, han mostrado hostilidad a los gobiernos disconformes con su autoritarismo, sin contar, además, el enfermo deseo de la RPC (Republica Popular China) de querer anexar ilegítimamente la isla de Taiwán, gobernada por la República de China-Taiwán, a quienes no quieren reconocer como país independiente.

Puede que a muchos les resulte una locura lo que estoy diciendo. ¿La anexión de Taiwán, ilegítima? Sin dudas lo es. Puede que a muchos les duela escuchar esta opinión mía, pero la República Popular China no es el gobierno legítimo del pueblo Chino. La República de China-Taiwán sí lo es. Desterrados a la fuerza por los revolucionarios maoistas, en la isla de Taiwán yace la auténtica China, aquella China multipartidista, democrática, liberal y capitalista, que permite que sus ciudadanos decidan el destino de sus vidas y escojan con libertad el tipo de acciones que el Estado toma para garantizar la seguridad y la paz de todos los taiwaneses. Es por eso que el gobierno de la República Popular China (también conocido como "la China continental") está tan enfurecido con la existencia misma de Taiwán. La presencia de aquel gobierno que dice ser legítimo legislador de todos los chinos y que demuestra un índice de libertad superior al suyo es algo que debe dejar de existir ante los ojos del Partido Comunista Chino. Muy recientemente, el Ejército de Liberación Nacional ha comenzado a hacer prácticas ante una inminente invasión de la isla de Taiwán. Nadie se ha enterado de esto, porque todos estaban ocupados con la pandemia de coronavirus, y por las propias situaciones caóticas en las que estamos viviendo en Occidente, no nos damos cuenta del monstruo rojo que se está incubando del otro lado del mundo. La gente, incluso los que se llaman a sí mismos activistas por la democracia, ignoran la tiranía que yace al otro lado del Pacífico, tan cerca de aliados democráticos como Corea del Sur y Japón. Esta bestia, este dragón rojo, este gobierno chino maoista, es una amenaza para el mundo. No hay que decirlo de otra manera. No hay que tratar de ser condescendientes. Aunque puede que suena hipócrita, ya que nuestros Estados occidentales también tienen problemas que deben de ser resueltos, la República Popular China es un enemigo del mundo libre y occidental.

Incluso en la actualidad, mientras yo redacto esto y mientras ustedes lo leen, la gente en China mantiene la cabeza agachada ante las cosas que dice el gobierno. No se enteran de las cosas que ocurren más allá de sus fronteras con la misma imparcialidad que nosotros, ya que el internet que ellos consumen es filtrado por las autoridades propagandísticas de China. Disidentes políticos mueren o desaparecen al denunciar los abusos estatales y las mentiras de desinformación esparcidas desde los cuarteles generales del PCCh. Y, sin lugar a dudas, el gobierno comunista oculta los números oficiales de muchas tragedias que se suceden actualmente en todas partes. Mientras tú lees esto de manera divertida en tu Huawei con internet 5G, la gente en el Tíbet, el Hong Kong, en Macao y Taiwán sufren, temen y son perseguidos por sus deseos de libertad social y económica, en contra de una tiranía ilegítima que ya lleva casi un siglo en el poder, y que sin duda alguna no muestra signo alguno de querer dejarlo.

¿Por qué habrían de querer hacerlo? Están en su mejor momento. Las tensiones divididas en los Estados Unidos, más la crisis pandémica en Brasil, la estancación económica del capitalismo occidental y la inconsciencia destructora de la izquierda europea, estadounidense y latina, permite que los Chinos sean quienes tengan el pastel para ellos, con cuchillos en ambas manos para dividirse al mundo. La gente debe recordar lo antes posible que el monstruo que podría destruir el mundo en los próximos años no se encuentra sentado en el escritorio de la White House, sino en los Cuarteles Generales del Partido Comunista Chino. Los diversos movimientos sociales reaccionarios no deberíamos ser tan dóciles ante una amenaza tan fuerte. Es posible que ni siquiera los soviéticos hayan sido tanta amenaza para el mundo libre occidental como lo está siendo China ahora mismo.

No hay dudas que hay cosas que se pueden arreglar actualmente de nuestras sociedades occidentales. La corrupción, la negligencia y la burocracia estancada resultan un problema. Debemos reformar nuestro sistema para poder estar listos ante una inminente búsqueda hambrienta de poder e influencia de los chinos. Varios países de tendencias socialistas ya han caído ante las garras del comunismo chino (Cuba, Venezuela, Siria, Vietnam, España, Argentina, etcétera). Nosotros no debemos caer en esos errores, o terminaremos convertidos en títeres de esta peligrosa potencia extranjera. Aquellos que aprecian su libertad no deben simplemente ser negligentes y entregársela a estos individuos deshonestos, ni deberíamos confiar en sus aliados ni en nadie que los defienda.

Sin dudas, ya sea que apoyes a China (cosa que no te recomendaría) o si apoyas a la civilización occidental (ni siquiera tienes que ser el lamebotas de EUA o un enamorado del capitalismo para entender el valor de nuestra sociedad libre occidental, grecorromana y judeocristiana), la cosa está clara: el mundo del resto de este siglo XXI estará dividido entre China y Occidente, entre aquellos que luchen por la libertad ante las hordas tiránicas que buscarán encadenarnos a su maquinaria revolucionara, resentida y comunista. Esto no debe ser. La libertad no debe perecer.

martes, 28 de abril de 2020

La victoria del capitalismo implícito.

Una de las cosas que, sin dudas, hace que uno se pregunte sobre las ideologías políticas, económicas y filosóficas, y sobre si realmente tienen sentido o no, es sobre qué tan bien se difunden y sobre qué tan bien las acepta la gente. Si bien no todas las ideas, correctas e incorrectas, tienen el mismo impacto en las personas, es de esperar que aquellas que posean más sentido común sean capaces de ser aceptadas por los individuos de manera mucho más apacible, flexible y coherente que aquellas ideas que, ocultando contradicciones o defectos inherentes a su redacción, tengan que ser implementadas por la fuerza en aquellos que se nieguen o, por su defecto, simplemente no puedan aceptarlas.

Tal es el caso del conflicto entre el capitalismo y el comunismo, sistemas económicos que han dividido a la sociedad desde el siglo XIX. O dicho en términos filosóficos, el marxismo y el libertarianismo (o liberalismo, según fue concebido originalmente). O dicho en términos sociopolíticos, la eterna lucha entre la izquierda y la derecha.

Unos podrían decir que es una lucha trillada, algo que no puede tener sentido desde que Gorbachov causó el hundimiento de la U.R.S.S (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) en 1991, que tan precaria y violentamente habían sido unificadas bajo el símbolo de la Hoz y el Martillo por tiranos con malas ideas: Lenin, Trotsky y Stalin. El Pacto de Varsovia se disolvió, el Muro de Berlín de cayó, y la magia que producían las ideas de Marx y Engels se convirtieron en las tonterías dichas por una minoría e individuos todavía aferrados a principios intelectuales arcaicos y poco sometidos a la verdadera realidad de la fluctuación de los mercados o la propia esencia de la naturaleza humana. Incluso tras la caída de aquel enorme bastión de los marxistas, también han sido destruidas más tiranías, y la presencia de algunas ha dejado en ridículo a las ideas de una sociedad sin clases en donde el Capital no existe y los obreros deciden sobre las superestructuras que mueven la sociedad.

Es un pensamiento loable, pero equivocado. El paradigma de la eterna lucha entre el capitalismo, el libertarianismo, la derecha y el individualismo contra sus enemigas naturales, el comunismo, el marxismo, la izquierda y el colectivismo, no ha cambiado en lo más mínimo. Simplemente hubo una pausa que puede tomarse en cuenta desde el derrumbe de la URSS y las guerras yugoslavas hasta el ascenso de nuevos símbolos comunistas en latino-américa, Asia y el norte de África. Una pausa que apenas duró durante la era dorada del capitalismo: los años 90.

Actualmente, la lucha ideológica ha vuelto a intensificarse. Nuevamente, el capitalismo va ganando. Y esta vez, sin el influjo de una enorme potencia como la URSS, y un capitalismo que tuvo 10 años para prepararse, nuevamente, con pequeñas excepciones, otra vez el capitalismo está arrinconando al comunismo, o a su hijo, el socialismo, contra una esquina del ring. Libia, Cuba y Venezuela se quedaron sin sus magníficos tiranos. Uruguay, Brasil y EEUU tienen líderes más fuertes que nunca, el mundo ha rechazado la violencia marxista en toda Sudamérica, y el globo ha sido testigo de los nefastos actos de mentira y despotismo que la República Popular China, junto a sus cómplices en la OMS, han hecho para intentar disimular el verdadero impacto de la pandemia, ocultando lo que subyace realmente en China.

China ha tomado el lugar de la  URSS en el mundo, como la potencia militar y económica que amenaza siempre con usurpar la supremacía hegemónica a EEUU y a su eterno, inestable pero a la vez indestructible capitalismo. Corea del Norte ahora ocupa el lugar de Cuba como el diminuto monstruo con un líder casi deidificado que podría ocasionar una guerra en cualquier momento, y también Venezuela ha tomado el lugar de Cuba como el cáncer que esparce las ideas socialistas al resto de países vecinos, aunque lo haga bajo tutela del castro-comunismo de La Habana. México y su líder, AMLO, han tomado el lugar de la Chile de Allende como el país socialista que más está quedando en ridículo en los últimos años. Incluso, de forma chistosa, Vietnam ha tomado el lugar de Yugoslavia como el país que, llamándose a sí mismo socialista, es en realidad amistoso con los EEUU y el capitalismo, siendo el que no se mete en discusiones ideológicas entre bandos y prefiere ser conformista.

Como vemos, el panorama permanece casi intacto. Lo que ha cambiado son las generaciones de jóvenes, y la tecnología que se ha creado para ellos. El mundo ya no puede ocultar mentiras, y aquel que lo intente recibirá una dosis de la Verdad, como lo está recibiendo China incluso de los medios que usualmente preferían ser más críticos de los Estados Unidos.


Suena a un disparate cuando lo escuchas la primera vez, pero estoy convencido de que el capitalismo le lleva la ventaja, al menos en términos de popularidad, al comunismo, tanto en el aspecto económico, gracias al monetarismo y la escuela austriaca; en el aspecto político, gracias a todos los testimonios de millones de intelectuales que pueden aseverar sobre los horrores del bloque socialista y la tiranía de sus gobernantes; incluso desde el aspecto filosófico, en donde Ayn Rand, Hannah Arendt, Karl Popper e incluso Bertrand Russel ayudaron a exponer, criticar y poner en absurdo los conceptos marxistas; incluso Sartre, un famoso comunista francés, terminó resignándose parcialmente tras las brutales invasiones de Hungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968, teniendo que escribir artículos en donde criticaba al socialismo soviético y en donde incluso parecía retractarse de ciertas ideas del pasado.

Pero, si tantos golpes se le ha dado al comunismo, ¿por qué se rehúsa a morir? Quizás por la propaganda, que quizá sea el arma más mortal de los totalitarios. Con el control de los medios de comunicación, o al menos la gran influencia de los medios periodísticos (aunque la mayoría de los periodistas de hoy en día no merezcan ese título sino el de bloggers graduados), la enorme idolatría hacia sus líderes o la insistencia de algunos intelectuales como Zizek de que Marx todavía es relevante para nuestros días, es que el comunismo, herido y apuñalado, se mantiene en pie, para dolor de los millones que han sufrido y muerto a sus manos, o intentando combatirlo.

Sin embargo, no es nada comparado con las heridas que el capitalismo ha tenido. Ha aguantado crisis económicas, pandemias globales, múltiples guerras contra ideologías poderosas, no solamente el comunismo, se ha mantenido en pie mientras los populismos de izquierda se hunden en la mediocridad y soporta con tranquilidad las eternas y desfasadas críticas de sus enemigos, sin apenas usar propaganda. El capitalismo tiene una gran debilidad, y es que no intenta adoctrinar a los pueblos que están sometidos bajo su ideología. Cuando un país se vuelve capitalista, se vuelve capitalista y punto. Al ser una ideología que pugna a favor del libre mercado, el individualismo y la libertad de decisión y adaptación, los individuos no necesitan de un aparato educativo que les enseñe cómo funciona el sistema, ya que ellos pueden aprenderlo, quieran o no, si quieren vivir en este sistema.

En tal aspecto el capitalismo es implícito: no necesita de adoctrinamiento. Al ser una ideología que se encarga de describir la realidad más que en esbozar un ideal utópico, las metas que promete son realizables y no dependen de un líder supremo, un gobierno efectivo o incluso de la abundancia de recursos naturales. Solamente se requiere ingenio e independencia para convertir a Suiza, un árido, frío y montañoso país pequeño de adictos al chocolate, en uno de los países más ricos del mundo. Incluso islas sin gracia como Taiwán se han convertido en florecientes paraísos, gracias a su sistema capitalista.

De hecho, la riqueza de paises como China solo pueden explicarse con el hecho de que han aceptado ciertos principios del capitalismo a su sistema comunismo, algo que ellos, para disimular, llaman "socialismo con peculiaridades asiáticas", cosa que no es más que el corporativismo fascista del que los socialistas de todo el mundo siempre se quejan.

El capitalismo, implícitamente, se declara a sí mismo ganador de la contienda contra el comunismo: cada vez que seguimos la lógica del mercado, cada vez que nos quejamos de la inefectividad de las políticas de Estado, cada vez que recordamos que política y corrupción van de la mano, cada vez que recordamos los errores de las eras comunistas y cada vez que el mundo ha sido testigo de como los tiranos caen, demostrándose inútiles y falsos ante los ojos del mundo. El capitalismo es una fuerza que no tiene creador, y por ende, tampoco tiene un destructor. Es una idea que se ha ido formando en las personas, incluso quienes no son empresarios o filósofos. No tiene dogma y cada intelectual ha defendido al capitalismo o le ha diseñado conceptos diferentes para explicarlo. Incluso decir que "el capitalismo es la mínima intervención del Estado en la economía" o "el capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción" son solamente términos que se limitan a esbozar a uno de los miles de puntos que podrían describir al capitalismo. Ideas cono el liberalismo clásico, el libertarianismo, el conservadurismo, el nacionalismo, el objetivismo e incluso los anticapitalistas han intentado definir de muchas formas y con muchos nombres el capitalismo, todos con virtudes y defectos a la hora de hacerlo.

Lo cierto es que el capitalismo es un principio sin dogma que deja a sus simpatizantes justificarlo del modo que prefieran (de ahí que Ayn Rand sea atea capitalista, pero Milei se atreva a decir que Dios es libertario) y con los propósitos que deseen (ya sea armar una empresa sin ser cargado con impuestos por el Estado, o simplemente tener la libertad de criticar a quien se te dé la gana sin que te odien, arresten o maten por contrarrevolucionario, alienado, neoliberal o "facho", que es el insulto de moda). El capitalismo puede ser totalmente individualista o incluso estar cimentado en el espíritu libre e independiente de un pueblo soberano. Da igual. El capitalismo se adapta a las realidades en las que tiene que aparecer, y soporta todo. Pero siempre, eso sí, siempre, ha resultados, exceptuando cuando el comunismo y sus aliados, sean quienes sean, interfieren para arruinar los planes del capitalismo para luego decir que el capitalismo tiene defectos inherentes.

jueves, 8 de diciembre de 2016

Reseña: Árboles azules, escrito por Gerónimo Daniel Zarza Aquino (¡yo!).

No soy de presumir mucho, pero tengo demasiadas historias y demasiado poco tiempo. Como ya saben algunos, escribí mi libro "Mal día en tierra de muerte" y lo publiqué en septiembre de éste año. No es de extrañarse de que yo ya haya escrito otro libro y que pronto esté por publicarlo. Este libro se diferencia del anterior por la forma de mostrar sus contenidos. Mi libro anterior era simple, cliché, muy largo, con malas palabras, escenas sangrientas y con reflexiones pesimistas sobre la vida. En cambio, mi nuevo libro "Árboles azules", si bien es bastante corto (apenas la mitad de largo que el libro anterior), es inspirador, poético, reflexivo y positivista, además de ser optimista con la forma de ver el mundo. Y ya quisiera yo que éste libro sea más popular y conocido que mi libro anterior. 



La historia es narrada por un joven, a quien nunca se le menciona el nombre ni él menciona su nombre nunca. Sus mejores amigos en la vida son su hermano mayor Dan, su enamorada Milagros y su confiada amiga Alma, además de su hermana menor Araceli. La historia no menciona nunca en que época ocurre, pero como el narrador es el protagonista ya de anciano, recordando su juventud (y también menciona que eran niños pequeños cuando ocurrió la segunda guerra mundial, además de mencionar libros de la época) da a entender que ocurre entre los años 50. El joven junto a sus amigos, un día, deciden entrar en un bosque inexplorado de su ciudad. En su interior encuentran un extraño suceso milagroso: árboles de hojas azules y de madera blanca y brillante. Todos los jóvenes (en especial después de que el secreto casi es descubierto) deciden no decir nada sobre esos árboles, para protegerlos de los escépticos y otras personas malas. Sin embargo, un hombre llamado Maximiliano, quien también es padre de Milagros, empieza a hacer sus propias investigaciones sobre unas "reliquias" que él buscaba, que eran de una antigua familia ya fallecida compuesta por un filósofo francés, una poeta alemana y una niña pequeña; la niña murió de neumonía y los padres desaparecieron en extrañas circunstancias, y Maximiliano estaba seguro que ellos habían dejado atrás reliquias que él quería usar. Si bien él no sabe en absoluto sobre los árboles azules (y ni le interesa), su intromisión pone en peligro el gran secreto de estos jóvenes. 



Bajo opinión personal, si bien tengo muchas otras historias, tengo a ésta historia en mi más alta estima. Mientras que "Mal día en tierra de muerte" fue escrito en una etapa oscura de mi vida, "Árboles azules" fue escrita en una época clara y estable. El protagonista de éste libro, si bien es poco interactivo, introvertido y retraído (sin contar el hecho de que no tiene nombre), es convincente y establecido. Cada personaje importante está basado en personas que yo conozco en la vida real, en especial tres de los personajes importantes (Milagros, Dan, Araceli), personajes basados en tres grandes amigos míos, a quienes yo voy a dedicarles el libro. Éste libro también es sumamente culto, a diferencia de mi libro anterior, el cual mencionaba bandas de rock, juegos de vídeo, e incluso series japonesas, además de ser una apología a los malos actos de la vida. En "Árboles azules" se mencionan otros escritores, obras, músicas, compositores, filósofos, etcétera (y muchos libros que menciona el protagonista yo los he leído en la vida real, y las opiniones de mi personaje son mis opiniones en la vida real). Empero, para evitar que el libro sea una ventana perfecta hacia mi vida, modifiqué una que otra cosa en el personaje (mi personaje es luterano, pero yo mormón).  


  • Puntuación final: 4/5. 

  • Lo mejor de la historia: Inspiradora, culta, coherente y de puro sentimiento. El personaje y su relación con los otros personajes mencionados está perfectamente establecida y esclarecida. La forma de narración es realista y acorde a la persona que protagoniza la historia y aquello que ve. 

  • Lo peor de la historia: Si bien es una excelente obra, es bastante corta y los últimos capítulos se nota que el final fue bastante forzado. 

  • ¿Lo leería de nuevo? Sí, porque a veces quisiera volverme a inspirar con mis propias palabras, entendiendo que es lo que yo opinaba en aquel tiempo, y ver si es que opino aun igual. 

  • ¿Lo recomendaría? Recomiendo a toda persona que desee leerse un libro corto pero profundo a la vez. Yo, como gran escritor y futuro psicólogo, prometo nunca defraudarlos. 

jueves, 15 de septiembre de 2016

Reseña: Mal día en tierra de muerte I: El problemático, escrito por Gerónimo Daniel Zarza Aquino (¡yo!) y Arnaldo Ramón Gonzalez.

Siempre he tenido orgullo de mi mismo, aunque odio demostrarlo, sin duda alguna. Pero tras mucho esfuerzo y muchos problemas, por fin he publicado mi primera obra, mi primer libro. Por fin me he convertido en aquello que siempre, desde los 11 años, he querido ser escritor. Y lo soy. Como siempre, un poco de análisis propio no hace daño, y por lo tanto, hago una reseña de mi propia creación. Ojalá que les guste. 


El protagonista es Daniel, un joven corriente de 18 años de edad cuyos únicos amigos verdaderos son su colega José, de 16 años, y su amiga de la infancia Claudia, de 18 años también. De un día para otro, el mundo es destruido por causa de una infección parasitaria que convierte a las personas en "caminantes" (iguales a zombis en comportamientos, pero a diferencia de estos, conservan su aspecto humano casi todo el tiempo). Daniel, junto a todo conocido suyo que haya sido capaz de sobrevivir, y junto a otras personas que va conociendo por el largo camino de la supervivencia, debe hacer lo que haga falta para poder mantenerse con vida él y aquellos a quien él ama. Al mismo tiempo, Daniel oculta problemas de su pasado que se siente incapaz de dejar fluir, y eso se nota mas al final de la historia, cuando conoce a Tania, una niña de 9 años de edad, y despierta traumas del pasado. 


Bajo opinión personal, y siendo también lo mas profesional posible, ignorando que lo escribí yo mismo en colaboración con un amigo, es un excelente libro. Los personajes son abundantes y están bien diseñados. La historia en si misma muestra como funciona (en parte) el mundo: Daniel, el personaje principal, no puede hacer que ciertas cosas pasen o no pasen, sino que debe adaptarse a ellas, aunque si hay oportunidad él cambiará el curso de la historia. Lo mismo pasa con todos nosotros en la vida real: aunque podamos hacer mucho, el mundo no gira en torno a nosotros y en ciertas situaciones somos nosotros quienes nos adaptamos a la situación y no la situación a nosotros. La historia también procura ser realista en cuanto a una pandemia global nos referimos, con militares, policías y ciertas zonas bajo vigilancia, a diferencia de otras historias de fin del mundo donde la ley y el orden se extinguen al primer día de todo. La historia también está narrada desde la perspectiva de un joven asocial, con traumas de su pasado, de pocos amigos y que tiene que hacer de todo para sobrevivir, denotando que Daniel no es como cualquier joven. 

  • Puntuación final: 3.5/5. 

  • Lo mejor de la historia: larga, argumentativa, realista. La narración es acorde a lo que un joven adulto de 18 años narraría. Cada personaje importante tiene su propia personalidad y su propia forma de ser y/o hablar. Hay variedad de pensamientos entre los personajes (entre algunos personajes se puede mencionar a Sarah, una atea lesbiana, o a Noelia, una doctora cristiana, o al propio Daniel, un asocial agnóstico). 

  • Lo peor de la historia: Ciertamente los capítulos son muy cortos cada uno. Posee errores gramaticales y referencias tan complejas que solamente el mismísimo autor sería capaz de entenderlos. Algunos chistes de mal gusto rozan lo ofensivo. 

  • ¿Lo leería de nuevo? No. En cualquier caso, yo lo escribí, así que ningún detalle se me puede escapar. Así que aunque me da la tentación, no creo que me lea mis propios libros. 

  • ¿Lo recomendaría? Bastante. Dado que es el primer libro que he publicado en mi vida, quisiera que se leyese lo más que fuese posible. Me sentiría muy orgulloso.